miércoles, 10 de marzo de 2010

Savio arregla un problemón: Real Madrid 3-1 Rosenborg (Ch.L 1999/00)

SEGUNDA FASE 2
Fecha: 07-12-99; Estadio: Santiago Bernabéu (Madrid)
REAL MADRID CF -ROSENBORG BK (NOR) 3-1
Arbitro: Piraux (Bélgica)


Goles: 1-0 Raúl (18¨); 1-1 Carew (47´); 2-1 Savio (84´);
3-1 Roberto Carlos (90´).

REAL MADRID, 3;
Iker Casillas;Karembeu, Hierro, Karanka, Roberto Carlos; Helguera, Redondo,Guti (Seedorf, min. 64; Anelka, min. 90), Savio; Raúl y Morientes (Julio César, min. 88).
ROSENBORG BK, 1;
Jamtfall; Basma, Johnsen, Hoftun, Bergdolmo; Strand (Aaraoy, min. 89),
Skammelsrud, Berg; Sorensen, Carew y Jacobsen (Winsnes, min. 50).



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Savio arregla un problemón

El Madrid jugó el primer tiempo de forma convincente, pero volvió a su precario estado en la segunda parte

SANTIAGO SEGUROLA - Madrid - 08/12/1999

Savio arregló un encuentro complicadísimo para el Madrid, que ofreció todas sus versiones, hasta el punto de convertirse en materia de estudio. Un equipo que había actuado con garantías en la primera parte, se fue a pique en la segunda, preso de la débil base que le sostiene. El primer error -el penalti que falló Hierro- resultó suficiente para desestabilizarle. Se cayó a trozos y, por un momento, se dieron las circunstancias para vivir otra noche trágica en Chamartín. Agarrotado y sin recursos, pareció entregado. Con orden y paciencia, el Rosenborg se colocó en la misma posición que el Zaragoza: a la espera de cazar una pieza cada vez más sencilla. No lo merecía el Madrid después de una convincente primera parte, pero así funciona el equipo en estos días. La cosa pintaba tan fea que los aficionados comenzaron a impacientarse, a cargar contra varios jugadores -Guti a la cabeza- y a pensar en lo peor. No ocurrió porque muy a última hora Savio enganchó un remate espectacular que entró por la escuadra. Una jugada que surgió de la nada y que sacó a flote al Madrid, cuya meritorio partido en el primer tiempo debió darle una ventaja más cómoda.La angustia destruyó al Madrid en el segundo tiempo, sometido a un estado de ansiedad que no le permite ningún regalo. Hierro regaló un penalti en un momento crucial del partido. El Madrid ganaba, jugaba con entusiasmo, abrumaba al Rosenborg y parecía cercano a la victoria. A un minuto del descanso, Morientes fue derribado por Hoftun en el área, circunstancia que se interpretó como un carpetazo al encuentro. Pero Hierro se reservó el lanzamiento del penalti, lo falló y puso al Madrid ante la evidencia de su situación: un equipo con un fragílisimo sistema nervioso, incapaz de sostenerse en las situaciones adversas. El efecto del error de Hierro se observó inmediatamente. El Madrid se presentó en el segundo tiempo con las mismas dudas que le han llevado a su crítica situación actual. Dudas que afectan a todo el mundo. A Del Bosque también. Retiró a Bizzarri para este partido y alineó a Casillas, que fracasó en el gol de Carew, un tallo que sembró el terror en cada balón colgado sobre el área madridista. Casillas pagó su inexperiencia en el cabezazo de Carew, y partir de ese momento se produjó el efecto dominó. El Madrid se derrumbó línea por línea y volvió donde solía.

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La decisión de Del Bosque admite alguna crítica. Quemó a Bizzarri, quizá definitivamente, y metió a Casillas en un apuro considerable. Es cierto que hay un problema en la portería del Madrid, pero ayer se agravó. Ahora puede que sean dos problemas. Habrá que ver el impacto del error de Casillas sobre un muchacho sometido a una tensión extrema. Si algo le servirá de ayuda, será la sufridísima victoria. El gol de Savio tendrá un valor impagable sobre el portero y sobre el equipo, que tiene abierto el paso a los cuartos de final. Nadie lo habría dicho en varias fases de la segunda parte, en plena quiebra de juego. Pero todas las carencias del segundo tiempo parecieron más relacionadas con la fragilidad del ánimo que con otros problemas.

A partir de la debilidad nerviosa se aprecieron defectos tácticos, errores individuales, carencias que se antojaban enormes. Sin embargo, el Madrid funcionó con eficacia y buen tino en el primer tiempo. Se produjeron no menos de diez llegadas a la portería del Rosenborg, con una participación tremenda de Morientes y Raúl en los remates. Como casi siempre, Raúl se reservó un papel importante. Aprovechó un error monumental del portero para llegar al rechace y dejar el baló en la red. Era lo mínimo después de un exhaustivo trabajo colectivo. El Madrid jugó con entusiasmo, un punto acelerado, sin demasiada precisión. Pero su autoridad sobre el Rosenborg se hacía incuestionable. Hierro daba más presencia a la defensa, Redondo imponía algún respeto en el medio campo y el resto correspondía a Raúl, Morientes y Savio, que no es poco. Hubo oportunidades y algunos buenos momentos frente a un equipo ordenadito y poco más. El penalti que falló Hierro dio un giro total al partido. Con lo justo, el Rosenborg puso al Madrid frente a la evidencia de su situación actual: un enfermo que requiere de todos los cuidados del mundo.


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