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Unos 45.000 espectadores en el Parque de los Príncipes de París. Partido de vuelta de los cuartos de final de la Recopa. Se clasifica el paris Saint Germain por el resultado global de 2-1.
CUARTOS DE FINAL (VUELTA)
Fecha: 15-03-94; Estadio: Parc des Princes (Paris);
PARIS SAINT GERMAIN (FRA) - REAL MADRID CF 1-1
Arbitro: Zhuk (Rusia)
Goles: 0-1 19m Butragueño; 1-1 50m Ricardo.
PARIS SAINT GERMAIN, 1 :
Lama, Sassus, Ricardo, Roche, Colleter, Fournier, Le Guen, Guerin,
Valdo, Weah (Gravelaine 89¨), Ginola (Bravo 76¨).
REAL MADRID, 1 :
Buyo, Luis Enrique, Alkorta, Hierro, Sanchís, Velasco; Michel, Butragueño,
Prosinecki, (Dubovsky), Zamorano, Martín Vázquez (Lasa 72´).
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PSG 1-1 Real Madrid RECOPA 1993/94 (0-1 Butragueño)
PSG 1-1 Real Madrid RECOPA 1993/94 (1-1 Ricardo Gomes)
El golpe definitivo llegó en el saque de. una falta, como manda la tradición en este duelo. Falló Buyo en el despeje y Ricardo entró en el segundo poste. El gol tenía una pinta decisiva. El Madrid hizo un ejercicio de voluntad para ganar terreno, pero había algunos jugadores fuera de órbita. Por ejemplo, la pobrísima actuación de Martín Vázquez limitó muchas posibilidades a los madridistas. Y sin embargo, el regalo del gol se presentó en un cabezazo de Zamorano que se escapó por poco. Fue la única firma del delantero en el partido. Ahora mismo es un futbolista deprimido, cada vez más apartado del juego y de los goles.
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PSG 1-1 Real Madrid RECOPA 1993/94 penalty clamoroso no pitado
El PSG habitó el campo con temor en esos momentos, pero aguantó hasta el final. Sus contragolpes acabaron en las seguridades de Alkorta y Sanchis. El partido, viviendo ya su último aliento, dio un susto final. Un centro desde la derecha lo cabeceó Butragueño y cuando Velasco iba a rematar un brazo apareció en su cuello. El árbitro no vio el agarrón y mandó seguir la jugada. Lo siguiente fue el final, los gestos, las cabezas hundidas y la fiesta para París.
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Del Bosque: "La eliminatoria se perdió en Madrid"
El entrenador del Real Madrid, Vicente del Bosque, manifestó tras la eliminación del equipo que en el vestuario madridista se encontraba "enfadado" más que triste. "Los jugadores lo han intentado, han luchado y se han esforzado al máximo, pero no han visto recompensado su trabajo. Es lógico que estén enfadados". Del Bosque intentó en todo, momento ayer mantenerse en un segundo plano. Considera que sus jugadores tuvieron en los últimos minutos de la primera parte claras oportunidades de sentenciar el encuentro, "pero les faltó suerte". El entrenador del Madrid, que desde que llegó al banquillo ha intentado ser pulcramente diplomático con su antecesor, sí reconoció públicamente que la eliminatoria "se perdió en Madrid".Del Bosque y Rafael Benítez, su ayudante, tienen ante sí ahora la difícil tarea de reconducir al equipo en lo que queda de temporada. "Son unos profesionales y ahora más que nunca deben de demostrarlo. Quedan 10 jornadas de Liga y aunque está complicado debemos seguir intentando luchar por el título".
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ELMUNDO
El Madrid acabó batiendo los brazos de ira hacia el árbitro. Ira por su suerte, por sus noches de silencio, por su sino. Al nuevo Madrid le acabó pasando ayer lo mismo que al viejo, acaso por jugar durante demasiado tiempo como éste. La sangre reciente de Del Bosque vivió encharcada casi una hora. Lo suficiente como para dar al Paris Saint Germain la oportunidad de empatar el partido y ganar la eliminatoria. Cuando la hornada de la Quinta y sus herederos se pusieron a jugar, el Parque de Los Príncipes pesaba mucho en el ánimo.
El Madrid queda exiliado de Europa con un bagaje de pobreza a sus espaldas. Apenas treinta minutos de superioridad en el partido de ayer no le lavan la cara. Será difícil regresar a la historia si apenas se dispara a puerta y se transita por el campo a expensas del rival.
Desde el principio, el Paris Saint Germain sometió al Madrid a una dictadura psíquica que sólo se resquebrajó en el gol de Butragueño. El equipo francés hizo del trozo de terreno blanco una zona de infarto, donde cualquier ataque era un amago de infarto. Durante sesenta minutos, el partido lo escribió el PSG como le hubiera gustado a Del Bosque que lo hubiera hecho el Madrid. Es decir, al ataque. En esa hora fatídica, el Madrid encontró un instante de alivio. Un disparo de Hierro que Butragueño desvió ante la desesperación de Lama levantó de sus asientos a quinientos españoles, hartos de soportar las burlas de la «Curva Auteil», uno de los fondos del estadio parisino.
Fue un golpe de suerte, de buena suerte. En la tribuna de prensa se decía que el Madrid había encontrado la fortuna que le faltó a Floro. Pero la imagen era sospechosamente familiar.
El gol de Butragueño no cambió nada sobre el césped. La ruptura estuvo más en los corazones de la gente que en las piernas de los futbolistas. Los aficionados franceses que estaban cerca de la tribuna de prensa no temían por el resultado. «Vamos a marcar», decían a los periodistas españoles cuando sus chicos agobiaban al Madrid. Eso ocurrió muchas veces. El centro del campo blanco estuvo deslabazado, anárquico justo cuando Del Bosque pide orden, o sea, a perder el balón. La imaginación madridista se quedó para inventar cómo salir del atolladero francés.
Míchel apareció en la segunda parte y Martín Vázquez eligió el riesgo, algo que le honra y le recupera. Pero, en general, el Real Madrid vivió atenazado en un espacio hostil.
Ya metidos en la segunda parte, con el estadio ambientado por los cánticos de los seguidores franceses, Velasco sacó un balón que se colaba entre su pie y el poste izquierdo de la portería. La tendencia, el presentimiento hablaba de empate. Los aficionados que advertían a la prensa durante la primera parte acertaron a los cuatro minutos de la segunda. El Madrid detuvo un ataque rival al borde del área, casi en la línea de fondo. Valdo bombeó el balón y Ricardo recogió un rechace. Su tiro se metió en la portería pese a los intentos desesperados de Velasco y el hundimiento de Buyo, que se sabía culpable de una salida defectuosa.
El Madrid tardó en reaccionar. Había en su estilo un vicio de muchos minutos. Con el partido sin historia durante un rato, Del Bosque cambió a Prosinecki por Dubovski. La intención era refrescar una zona vital para el Madrid que se había llenado de nada, dado el desconcierto del croata. El eslovaco no arregló nada, pero el Madrid empezó a tener otra cara. Míchel apareció en escena, más en el centro que por lo que se ha hecho un nombre, pero efectivo. El Madrid avanzó de posición y volcó a sus hombres hacia el campo contrario. En unos minutos la colocación en el campo pareció la más natural: el Madrid creando y el Paris Saint Germain destruyendo. La presencia del Madrid en terreno francés favoreció a Butragueño, Zamorano y Velasco.
El Buitre, cerca de área enemiga, llevó el miedo a las gradas. En tres ocasiones se oyó un rumor de susto al tener Butragueño el balón de cara a la portería. Sus pases interiores le resultaron largos a Zamorano. Pero el chileno sí llegó al único centro que Míchel hizo en todo el partido. El cabezazo del delantero «gafado» pasó muy cerca del poste y dio en la red, pero por fuera.
El Madrid luchaba contra el tiempo, pero con agilidad en el centro del campo. A Velasco le habían quitado de enmedio a Ginola y sus correrías por la banda, que tanto le han reportado en el filial, llegaron a París. La confianza del lateral blanco en su poder ofensivo son una apuesta ganadora para el Madrid.
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